El 10 de diciembre de 1983, con la asunción de Raúl Alfonsín, las y los argentinos recuperamos el estado de derecho, luego de siete años de dictadura cívico-militar. Es por ello por lo que este día conmemoramos el Día de la Restauración de la Democracia.
A 41 años de tal día reflexionamos: la democracia no es una solución rápida ni una garantía de éxito; es un camino continuo que permite gestionar conflictos, construir consensos y avanzar hacia una sociedad más equitativa. Aceptar las limitaciones humanas, los intereses contrapuestos y las tensiones estructurales no debe ser un obstáculo, sino un incentivo para construir respuestas colectivas.
El desafío no está en alcanzar la perfección, sino en mantener el compromiso con la mejora constante desafiando la idea de soluciones mágicas. Es importante explicar que los problemas sociales y políticos rara vez tienen soluciones simples. La democracia no ofrece atajos, pero permite construir respuestas colectivas y sostenibles.
Es preciso promover una visión de liderazgo compartido y colaborativo, en lugar de figuras únicas o mesiánicas que prometen arreglar todo.
Es cierto que los conceptos de democracia, Estado nación e Instituciones fuertes pueden parecer ideales lejanos o inalcanzables cuando se enfrentan a la complejidad del mundo actual. Reconocer estas imperfecciones, sin renunciar a los valores fundamentales que estos conceptos representan, es clave para construir un proyecto político realista que nos contenga e inspire.